Comentario al Evangelio - SANACION DEL SIERVO DEL CENTURION Lc. 7, 1-10
Comentario al Evangelio
lunes 24° Ordinario | 17 de septiembre 2018.
SANACION DEL SIERVO DEL CENTURION
Lc. 7, 1-10
Hijas de San Pablo
Hna. Milagros Miranda, fsp
El Evangelio de Lucas es conocido como el Evangelio de la Misericordia.
Lucas en su evangelio nos hace ver un
Jesús donde nadie queda excluido, nos hace ver un Jesús donde todos son dignos
de la Salvación, todos son dignos de su misericordia y formar parte del Reino
de Dios. Tenemos el ejemplo en el evangelio de hoy donde un oficial romano, un
pagano, le pide a Jesús que sane a su siervo que está muy enfermo.
Este hombre ha oído hablar de Jesús, ha oído
sobre las acciones de Jesús, sobre todo de las curaciones a los enfermos. Y
este hombre envía, miren que curioso, a unos ancianos judíos, para que le
presenten su petición a Jesús. Estos ancianos, que en la tradición judía
representan la sabiduría, le hacen saber a Jesús todo el bien que este oficial
romano ha hecho por ellos, hasta le ha construido una Sinagoga. No sé cuanto
esto influyó en la decisión de Jesús de ponerse en camino e ir al encuentro del
oficial y de su siervo enfermo. Pienso que lo primero que impactó a Jesús fue
esto, “había allí un oficial romano que tenía un criado a quien quería
mucho”. Un oficial romano, conocidos por
su crueldad con el pueblo, por seguir las ordenes del Emperador al pie de la
letra, que maltrataban a sus siervos. Pero este oficial romano quería mucho a su siervo. Me hace
pensar que esto despertó en Jesús la curiosidad de conocer a este hombre que
tenía un corazón de carne, un corazón misericordioso semejante al suyo, que lo
llevaba a querer bien a su siervo, aquel
que no era de su condición civil, ni social y tal vez ni de su
nacionalidad. Quería tanto su siervo que fue a buscar ayuda para que lo
sanaran. No había duda que era un gran
hombre lleno de valores humanos, preocupado por servir y ayudar a aquellos que
le rodeaban, aquellos que formaban parte de su vida. Cual sorpresa para Jesús que todavía en
camino para llegar a la casa de este oficial, cuando el mismo oficial les viene
al encuentro y pide a Jesús que no se moleste, porque Él no se siente digno de
que Jesús entre en su casa. Este hombre con pocas palabras se reconoce pecador
delante de Jesús y de aquellos que le acompañaban. Le dirige a Jesús estas
palabras que todavía las repetimos hoy en la celebración eucarística, “Señor no soy digno que entres en mi casa
pero basta una palabra tuya y mi siervo quedará sano”.
Sin duda hermanos, que al Jesús escucharlo solo podía admirar la fe y
confianza de este pagano. Fe y confianza absoluta, así este hombre arrancó del corazón misericordioso de Jesús,
la gracia, el milagro que le había pedido.
El milagro de la sanación de este siervo fue realizado desde dos
corazones que amaban al ser humano y querían el bien para ellos. La sanación fue posible por la bondad, fe y
confianza de este oficial y por el corazón amante del ser humano y
misericordioso de Jesús.
Este evangelio nos invita a cultivar
un corazón que ame al otro deseando y buscando su bien, nos motive a cultivar
un corazón como el de Jesús, lleno de misericordia y de amor sin límites.
Recemos con el Salmo 39:
¡Oh Señor en ti está nuestra esperanza, te inclinas hacia nosotros y
escuchas nuestros ruegos.
¡Cuántas maravillas has hecho Señor, Dios mío!
¡Cuántos proyectos tienes para nosotros!
…que se alegren y se regocijen contigo, todos los que te buscamos, los
que anhelamos tu salvación digamos, ¡Qué grande es el Señor!
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