NUESTRA SEÑORA DE LA DIVINA PROVIDENCIA: PATRONA DE PUERTO RICO

La Santísima Virgen es llamada “Madre
de la Divina Providencia” porque Dios providentisimo nos la ha dado como madre, para que con su  intercesión nos proveyera de los bienes celestiales. A semejanza de Dios, que no puede olvidarse de su pueblo, mas aun que lo consuela como una madre. La Santísima Virgen se compadece de nosotros, intercede por nosotros, atiende a las necesidades de la Iglesia, nos llena de consuelo. La devoción a Nuestra Señora de la Providencia, por tanto, no es originaria de Puerto Rico, pero nuestro pueblo se la ha apropiado, haciéndola algo característico suyo. Nos gloriamos y con razón, de ser la única nación del mundo que venera la Santísima Virgen, como patrona, bajo este título o advocación.

Italia vio el nacimiento de la advocación, dos siglos antes del descubrimiento de América, y se propagaba la misma por Francia y España, cuando lo introdujo en Puerto Rico un obispo catalán, don Gil Estévez y Tomas, precisamente a mediados del siglos XIX.

Este mismo obispo, trigésimo séptimo en la serie de nuestros obispos dio fin a la edificación de la catedral de San Juan, cuya etapa constructiva se había prologado por espacio de tres siglos y, para coronar magníficamente la obra, estableció en su recinto el culto de nuestra Señora de la Providencia, el 2 de enero de 1853.

Desde el principio, el país acogió propicio la nueva advocación: su representación iconografía toco, al parecer, las fibras más sensibles de nuestro pueblo católico. El tierno conjunto de la Virgen María, en cuyo regazo duerme en confiado abandono el Niño Dios, y la misma Divina Providencia despierta profunda simpatía en el alma puertorriqueña, que acaso ve también en la imagen el símbolo de su propio genio nacional, naturalmente inclinado al amor a los niños,  al amparo de los huérfanos y a todos los ejercicios de una providencia misericordiosa...   MAS HISTORIA....


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