Comentario al Evangelio - Lucas 7, 11-17



Comentario al Evangelio
martes 24° Ordinario | 18 de septiembre 2018.

JESUS RESUCITA EL HIJO DE LA VIUDA
Lc. 7, 11-17

Hijas de San Pablo
Hna. Milagros Miranda, fsp 



En el evangelio de hoy, Jesús sigue caminando, sigue pasando por ciudades y pueblos, pero no va ensimismado en sí mismo, envuelto en sus preocupaciones, en su futuro, no. Jesús va caminando disfrutando del paisaje hermoso que ve, de la bondad de la gente que encuentra y sobre todo va percibiendo la necesidad y el sufrimiento de aquellos que va encontrando en su camino. Y qué es lo que Jesús observa ya casi a la entrada del pueblo, un entierro, iba mucha gente acongojada acompañando a una mujer viuda que perdió a su hijo único. Tremendo dolor para esa mujer pues con la muerte de su esposo ella quedaba desamparada, pero le quedaba el hijo quien se haría cargo de ella sobre todo en su vejez.  Las personas que la acompañaban y aquellas que iban con Jesús ciertamente sentían tristeza, dolor y hasta compasión de esta pobre mujer.

Sucede que muchas veces nuestro dolor y compasión ante el sufrimiento del hermano no pasa de ser una emoción pasajera, pasado los acontecimientos apenas nos recordamos. Y si recordamos los hechos sucedidos y las personas implicadas suele quedarse en eso, en un recuerdo. No buscamos el modo eficaz de ir al encuentro de esa necesidad, de ese dolor y sufrimiento del otro.  Pero Jesús no es así, el evangelio nos dice que él al verla se compadeció de ella y le dijo, “no llores más”. Esta mujer al escuchar esas palabras pudo haber pensado, pero cómo me dice éste que no llore más, si voy a enterrar a mi hijo, lo único que tenía, cómo puedo no llorar si con él se va mi vida. Lo que no sabía esta viuda es que la compasión que Jesús sintió hacia ella no era igual a la de aquellos que la acompañaban, la compasión de Jesús no era, ni es, una emoción pasajera.

La compasión de Jesús es la compasión del Padre, compasión que recrea, regenera, dignifica, hace nueva todas las cosas, da vida en abundancia. Su compasión nace del amor que da vida nueva, amor que emana del Espíritu Santo, dador de vida.  En la fuerza de ese amor compasivo Jesús despierta a la vida al hijo de la viuda. Lo despierta a una vida nueva, diferente, plena. Se lo entrega a su madre no ya en un ataúd, sin vida , sino que se lo entrega libre, renovado en el Espíritu por Aquel que amó hasta el extremo.

Recemos con el salmo 99
Aclamen al Señor, habitantes de toda la tierra, den culto al Señor con alegría,
su fidelidad permanece de generación en generación

Lleguen hasta él con cantos festivos.
Reconozcan que el Señor es Dios, que él nos hizo y somos suyos,
Porque el Señor es bueno y su amor es eterno

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL DIVINO JESUS MAESTRO, CAMINO, VERDAD Y VIDA

NUESTRA SEÑORA DE LA DIVINA PROVIDENCIA: PATRONA DE PUERTO RICO

UNA POBREZA COMO LO VIVIÓ CRISTO Y SAN PABLO