Comentario al Evangelio - Lucas 8,4-15
Comentario al Evangelio
sábado 24° Ordinario | 22 de septiembre 2018.
Lucas 8,4-15
Hijas de San Pablo
Hna. Milagros Miranda, fsp
Lucas nos
propone hoy la parábola del Sembrador.
Jesús propone esta parábola a la gente que había venido de varias ciudades y aldeas.
Muchos de ellos venían a verlo con motivos y deseos muy diferentes, vivían
realidades muy distintas y traían variadas disposiciones hacia el mensaje que
anunciaba. En este contexto Jesús les
dice la parábola. Sabemos que la semilla
a la que hace referencia en la parábola es su mensaje y que los terrenos son
todos aquellos que oyen y acogen el mensaje de diferentes maneras.
El mensaje de
Jesús es siempre bueno es portador de buenas noticias, de bienestar y
salvación. El límite de que la Palabra fructifique es de los oyentes, no
siempre estamos dispuestos a escucharla y acogerla. El hoy como ayer nos sigue
anunciado su mensaje de salvación pero
no siempre distinguimos su voz de entre tantas voces que vociferan tantos
mensajes que nada tienen que ver con salvación. Cuántas veces nos hacemos oídos
sordos a su mensaje y ponemos toda nuestra atención a anuncios de falsa
salvación y abundancia que nada tienen que ver con el mensaje de Cristo.
Cuántas veces escuchamos su Palabra, acogemos su mensaje y ante la más pequeña
dificultad o cuestionamiento nos olvidamos de ella o la echamos como decimos
popularmente, en saco roto. Cuántas
veces confiamos y nos abandonamos a palabras de hombres y no escuchamos ni
acogemos las Palabras de Aquel que es portador del mensaje de Paz, de Amor y
Salvación. Cuántas veces acogemos la Palabra con alegría y gozo pero la vivimos
muy egoístamente. Cuántas veces la Palabra queda tirada en medio del camino y es maltratada, pisoteada, destruida
por quienes transitan. Pero Jesús no se
calla, no deja de anunciar se mensaje, no desiste de repetirle una y otra vez,
no deja de confiar que esa semilla cae también en corazones atentos, amantes
del bien, deseosos, de vivir y comunicar esa Palabra de Vida. Cuántos a ejemplo
de María Santísima, memoria que recordamos hoy, acogen la Palabra, la guardan
en su corazón y la hacen fructificar en obras de bien para los otros.
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