Comentario al Evangelio - A los sordos hace oír y a los mudos hace hablar.






Comentario al Evangelio
Domingo 23° Ordinario B. | 9 de septiembre 2018


A los sordos hace oír y a los mudos hace hablar.
Mc 7,31-37


Hijas de San Pablo
Hna. Verónica De Sousa, fsp 


El evangelio de este día nos presenta una persona con la que posiblemente no sientas sintonía: un sordo que, además, habla con dificultad. Sin embargo, en algún momento has experimentado que no logras expresarte, que algo no comprendes, o que no eres comprendido. En el sordomudo está el ser humano cerrado en sí mismo, imposibilitado de comunicarse con los demás, incapaz de relacionarse.

En el sentido bíblico, la sordera implica la incapacidad de escuchar y poner por obra la palabra de Dios. Por consiguiente, también la incapacidad para expresar la fe. Dice san Pablo: “Creí, por eso hablé, también nosotros creemos, por eso también hablamos” (2 Cor 4,13). Este sordomudo es imagen de la humanidad entera que recibe de Jesús el don de oír rectamente, y por ello, de creer y testimoniar la fe. Él no teme tocar la miseria humana y ese contacto que, a nuestra sensibilidad suena extraño, apenas prepara lo que es su gran regalo: la fe que redimensiona la vida, dándole hondura, sentido.

Jesús se dirige al hombre y le dice: “¡Ábrete!”. Y todo él queda sano, su lengua se suelta. El sufrimiento y la enfermedad deforman la creación. Jesús, que ha transitado nuestros caminos haciendo el bien (cf. Hch 10,38) realiza el deseo de Dios Padre: que el ser humano sea libre y pleno. Acoger la palabra de Jesús hace nuevas todas las cosas (cf. Apoc 21,5). Inaugura una nueva creación. El milagro realizado fuera de Palestina habla del corazón universal de Dios, en el que hay un lugar para ti. ¿Estás dispuesto a acoger su invitación?

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