¿Cómo hacer que el matrimonio tenga “buena fama”?
Hoy quiero decirte a ti
que el matrimonio ha tenido muy mala fama y reputación. Eso es lo que he analizado en los pocos días
de mi vida matrimonial, pues lo que he vivido no se asemeja en nada con las
cosas negativas que he escuchado sobre el matrimonio. La sociedad nos infunde miedos y temores para
este estilo de vida entre dos personas.
También, en nuestras familias pudiéramos tener ejemplos que no son nada
alentadores si de matrimonios felices se refiere. Por eso hoy te quiero decir que: No creas todo lo negativo que se dice del
matrimonio. ¡Pero ojo! Debes saber que el ser llamado y el decir Sí
a vivir con otro ser humano diferente a ti podrá traer muchos retos y de seguro
muchos sacrificios. Pero ahí está el
detalle, que la sociedad “pinta” al sacrificio con un matiz muy pesimista,
cuando en la vida cristiana este es una forma y un camino de santificación. Hoy
más que nunca es necesario gritarle a todos los jóvenes: ¡No tengas miedo al matrimonio si esa es tu vocación!, pues puedes
llegar a experimentar y vivir lo más hermoso que jamás hayas imaginado. Créeme, el Señor no se limita en darle a sus
hijos lo que le piden y sueñan si es para su salvación.
Sin embargo (y a esto
agrégale un tono muy enfático), para que esta felicidad auténtica (no una
felicidad “liquidita”, vana o superficial, sino cimentada en Cristo) sea vivida
en su máxima expresión y el matrimonio adquiera la “buena fama” que se merece son
recomendables ciertas cosas que a continuación te presento:
1. Conócete,
acéptate y ámate. Toma
tiempo a solas para reflexionar sobre quién eres, qué te gusta, qué sueñas. El saber estas cosas te ayudará a no estar
con cualquier persona solo porque sí, sino con alguien que esté al alcance de tus
mismos ideales. Aceptar quién eres te
permitirá amarte y sanar heridas. Esto
es muy saludable ya que al compartir la vida con otra persona debemos haber
pasado por un proceso transformativo que nos permita convivir en paz y armonía
con el otro y no llevar al matrimonio complejos, traumas, etc. Esto no quiere decir que llegarás “perfecto”
a la vida conyugal sino que habrás sido responsable por compartir la mejor
versión de ti con el ser amado. Recuerda que esto lo debes hacer por el resto
de tu vida y no solo en tu soltería.
2. Rodéate
de amistades sanas y de tu misma fe. Es muy sano compartir con
amigos que fomenten una auténtica vida cristina. Unirte a un grupo apostólico (pastoral
juvenil, coro, de retiros, etc.) también puede ser una oportunidad para abrirse
a la hermandad en Cristo, para aprender a vivir en comunidad y evitar el
desarrollo del egoísmo. Esto lo puedes
hacer de forma individual o en pareja.
Si es en pareja, verás lo mucho que pueden aprender rodeándose de
personas con sus mismos ideales e involucrándose en actividades enriquecedoras.
3. *Asiste
a talleres y conferencias sobre el noviazgo y el matrimonio*. A esto ponle una estrellita*. Esto lo puedes hacer solo o acompañado. No importa si tienes o no pareja, aprender
sobre la vocación matrimonial es un gran tesoro. Aquí puedes adquirir destrezas
y consejos importantes que te ayudarán en el camino de la soltería, del
noviazgo y de la vida conyugal.
4. Escoge
y conoce bien a tu pareja. Conoce a las personas como son y no como quisieras que
fueran. Hablen de temas profundos y no
se quedan en la superficie de los “te quieros” y “te ves bonito(a)”. En el noviazgo se deben tocar temas como:
intereses, cosas que no nos agradan, sueños en común, malos hábitos, forma de
crianza de cada cual, fe que practican, posible número de hijos, forma de
educación de la familia, estrategias para resolver problemas, cómo vivirán en
el aspecto económico, entre muchos otros más.
Si identificas que él o ella no es la persona adecuada para vivir JUNTOS
TODA LA VIDA sé valiente al momento de tomar decisiones y no te dejes guiar
solo por el sentimiento.
5. Ora
por tu futuro(a) esposo(a): Si aún no tienes a tu “media naranja” a tu lado ora por
él o ella. Exprésale a Dios cómo quieres
que sea y pídele que se haga su voluntad.
Si ya tienes la dicha de compartir con quien será tu compañero o
compañera el resto de tu vida comiencen y dediquen espacios de tiempo a la
oración. Pidan para que el Señor les dé
sabiduría, los guíe en el camino, sea el centro de su noviazgo y futuro
matrimonio y les aleje del mal. Es
maravilloso que ambos amen a Dios primero y en Él basen el amor que se tienen.
6. Vive
y practica la castidad. La castidad es una joya
que les adornará con esplendor y les brindará una inmensa paz y felicidad. No se trata de decir NO a las relaciones
sexuales. Se trata de decir SÍ al
respeto, al amor verdadero, de decir SÍ a Dios y a esperar, pues se tiene la
certeza de que el cuerpo es templo del Espíritu Santo y hacer la voluntad del
Padre llena el alma de alegría.
7. No
tengas miedo y confía en Dios. Si ya han discernido su
vocación y han decidido recibir el sacramento matrimonial, no tengan miedo, el
Señor está con ustedes y les ayudará con la gracia santificante que reciban el
día de su boda. Una de las cosas más
maravillosas que he podido vivir en los primeros días de casada es la certeza
de la gracia en nuestras vidas y en nuestro hogar. Cultiven esa gracia confesándose y asistiendo
a misa frecuentemente y visitando a Jesús Sacramentado todas las veces que les
sea posible. Practiquen juntos la
oración todos los días y confíen en el Señor.
El mejor testigo de que el matrimonio es
una buena elección en nuestro tiempo son los testimonios de matrimonios
valientes y felices. Deseo que el Señor
te ilumine en el camino en el que te encuentres y puedas tomar las decisiones
que te guíen a ser completamente feliz… y claro, ¡alegremente santo!
Glorian M. Fernández Zamot, M. Ed.
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