Esperanza: una acción para vivir la vida con alegría
Esperanza más que una palabra es una acción. Una acción que implica poner nuestra alma, mente y fe en una actitud de espera alegre y confiada.
Ante la enfermedad, la muerte y las
injusticias es difícil tener esperanza.
Sin embargo, San Pablo nos alienta con estas palabras: “Si esperamos algo
que se ve, eso no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se
ve? Pero si esperamos lo que no vemos,
hemos de aguardar con paciencia” (Rom. 8, 24-25).
La Virgen María fue
la gran maestra de la esperanza. Ella
supo hacer realidad estas palabras de San Pablo. Cuando el ángel le dio la noticia de que iba
a ser la Madre de Dios gracias al Espíritu Santo, ella supo esperar nueve meses
para ver el fruto de ese mensaje. Esperó
muchos años sin ver un milagro o suceso extraordinario en la vida de Jesús. Esperó tres días para ser testigo de la
Resurrección. Ella, ante lo que no veía,
supo aguardar con paciencia. Por eso, si
acudimos a su intercesión podemos aprender a esperar.
Ha llegado el tiempo
de Adviento, en el cual esperamos con gozo el nacimiento del niño Jesús. Durante estas cuatro semanas pongamos nuestra
voluntad para adentrarnos en la escuela de la esperanza de María. Miremos nuestros acontecimientos y los
acontecimientos del mundo con una mirada confiada, sabiendo que dichos eventos
son pasajeros por mas difíciles que puedan ser.
Con mirada realista, pero llena de esperanza, impregnemos nuestra vida
con esta virtud tan hermosa, que nos ayudará en nuestra peregrinación en la
Tierra.
Espera en el Señor,
espera en su Palabra, espera en su promesa, espera en que todas las cosas obran
para bien de los que aman al Señor.
Espera aunque no veas; y si esperas eso que no ves, no desesperes, ten
paciencia. Todo esto será el camino para
vivir una vida alegre, la que caracteriza a un verdadero cristiano.
Glorian M. Fernández Zamot
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