LA DEVOCIÓN MARIANA DEL BEATO SANTIAGO ALBERIONE
Para el Beato Santiago Alberione en algunas de sus
meditaciones hablaba con mucho fervor su experiencia a la devoción mariana. Una
devoción que fue transmitida por su familia y que nunca la dejó enfriar sino
que la llevó a pleno desarrollo, y con tal intensidad, hoy en día lo sitúa entre los grandes devotos
de María.
En unos de sus escrito cuenta que gracias a su madre
había aprendido amar profundamente a la Virgen María: A medida que habíamos ido naciendo, nuestra madre nos había
consagrado a todos a María… era fácil de rezar a la Virgen cuando éramos
pequeños. Nuestra madre nos cogía las manitas, nos las juntaba, y luego rezábamos
el Dios te salve. ¡No sé cuántas veces
nos llevaría a la iglesia, ante la Virgen, y nos consagraría a ella! Así es que, desde muy pequeños, con
cuatro o cinco años, ya rezábamos a la Virgen.
El Beato Alberione fue, sobre todo, un hombre de
intensa oración mariana. Si son muchas las páginas que componen sus escritos,
es incalculable el número de rosarios que rezó, especialmente a partir de 1914
cuando una extraña y aguda especie de artrosis no le volvió a permitir, hasta
la muerte , dormir durante la noche más que unas pocas horas. Y así siempre,
hasta los días 25-26 de noviembre de 1971 cuando, al final de su vida, con las
manos agarradas a su rosario ya gastado, movía incesantemente los labios, como
expresión de aquella oración continua que había llegado a ser ya para él como
la respiración, como el soporte de su vida.
El beato Alberione escribió muchísimo sobre María,
un conjunto de 1700 páginas de
exaltación mariana; pero si se quiere comprender su pensamiento mariano, habrá
que partir necesariamente de su vida y su misión. (libros del Beato Alberione)
Fuente de la catequesis Paulina.
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