ADVIENTO, UN TIEMPO DE GRACIA
El
Adviento viene de adventus, venida, llegada. El Adviento es una espera activa.
El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor.
Esquema
del Adviento
Inicia
con las vísperas del domingo más cercano y termina antes de las vísperas de la
Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1°, 2°, 3° y 4° de Adviento. Los
días del 16 al 24 de diciembre (la Novena de Navidad) tienden a preparar más
específicamente las fiestas de la Navidad.
El
tiempo de Adviento tiene una duración de cuatro semanas. Este año,
comienza el domingo 1 de diciembre, y se prolonga hasta la tarde del 24 de diciembre,
en que comienza propiamente el tiempo de Navidad. Podemos distinguir dos
periodos. En el primero de ellos, que se extiende desde el primer domingo de
Adviento hasta el 16 de diciembre, aparece con mayor relieve el aspecto
escatológico y se nos orienta hacia la espera de la venida gloriosa de Cristo.
Las lecturas de la misa invitan a vivir la esperanza en la venida del Señor en
todos sus aspectos: su venida al final de los tiempos, su venida ahora, cada
día, y su venida hace dos mil años.
En el segundo
periodo, que abarca desde el 17 hasta el 24 de diciembre inclusive, se orienta
más directamente a la preparación de la Navidad. Nos invita a vivir con más
alegría, porque estamos cerca del cumplimiento de lo que Dios había prometido.
Los evangelios de estos días nos preparan ya directamente para el nacimiento de
Jesús.
En orden
a hacer sensible esta doble preparación de espera, la liturgia suprime durante
el Adviento una serie de elementos festivos. De esta forma, en la misa ya no
rezamos el Gloria, se reduce la música con instrumentos, los adornos festivos,
las vestiduras son de color morado, el decorado de la Iglesia es más sobrio,
etc. Todo esto es una manera de expresar tangiblemente que, mientras dura
nuestro peregrinar, nos falta algo para que nuestro gozo sea completa. Y es que
quien espera es porque le falta algo. Cuando el Señor se haga presente en medio
de su pueblo, habrá llegado la Iglesia a su fiesta completa, significada por
solemnidad de la fiesta de la Navidad.
Tenemos
cuatro semanas en las que domingo a domingo nos vamos preparando para la venida
del Señor. La primera de las semanas de adviento está centrada en la venida del
Señor al final de los tiempos. La liturgia nos invita a estar en vela,
manteniendo una especial actitud de conversión. La segunda semana nos invita,
por medio del Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener
una actitud de permanente conversión. Jesús sigue llamándonos, pues la
conversión es un camino que se recorre durante toda la vida. La tercera semana
preanuncia ya la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de
la venida del Señor. Finalmente, la cuarta semana ya nos habla del advenimiento
del Hijo de Dios al mundo. María es figura, central, y su espera es modelo
estímulo de nuestra espera.
La
Corona de Adviento
La
corona de adviento encuentra sus raíces en las costumbres pre-cristianas de los
germanos (Alemania). Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban
coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida
de la primavera. La corona de adviento es un ejemplo de la cristianización de
la cultura. Lo viejo ahora toma un nuevo y pleno contenido en Cristo. Jesús
vino para hacer todas las cosas nuevas.
Los
cristianos supieron apreciar la enseñanza de Jesús: Juan 8,12: “Yo soy
la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá
la luz de la vida”. La luz que prendemos en la oscuridad del invierno
nos recuerda a Cristo que vence la oscuridad. Nosotros, unidos a Jesús, también
somos luz: Mateo 5,14 “Vosotros sois la luz del mundo. No puede
ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte".
En el
siglo XVI católicos y protestantes alemanes utilizaban este símbolo para
celebrar el adviento, aquellas costumbres primitivas contenían una semilla de
verdad que ahora podía expresar la verdad suprema: Jesús es la luz que ha
venido, que está con nosotros y que vendrá con gloria.
Los contenidos de la Corona de Adviento:
Una corona circular, ramas o follaje verde, sobre el que se insertan
cuatro velas y algún adorno sobre ellas como manzanas rojas y el listón rojo. Tres velas son violeta, una es rosa. El primer domingo
de adviento encendemos la primera vela y cada domingo de adviento encendemos
una vela más hasta llegar a la Navidad. La vela
rosa corresponde al tercer
domingo y representa el gozo. Mientras se encienden las velas se hace una
oración, utilizando algún pasaje de la Biblia y se entonan cantos. Esto lo
hacemos en las misas de adviento y también es recomendable hacerlo en casa, por
ejemplo antes o después de la cena.
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