UNA POBREZA COMO LO VIVIÓ CRISTO Y SAN PABLO


Es bueno saber un poco que significa la pobreza, sabemos que  es una palabra bastante amplia pero según en el lenguaje bíblico prefiere las expresiones concretas a los conceptos abstractos. Por eso, el vocablo “pobre” prevalece sobre el abstracto “pobreza”; y de forma análoga, el término “rico” prevalece sobre el abstracto “riqueza”. Esta riqueza se atraviesa en nuestra vida, estrechando y ligando a la riqueza del trabajo, del evangelio: “Todo por el Evangelio” porque la pobreza, es considerada como máximo desarrollo de la vida, como un acto de amor que nos involucra a nuestras personas, con capacidades, cualidades, talentos, culturas… Una pobreza que toca el ser y el actuar.

JESÚS, UN ESTILO DE VIDA EN LA POBREZA

Nació en un estado  para animales, tuvo un pesebre como primera cuna, vivió el destierro en Egipto, habitó la casita de Nazaret, tuvo el oficio de carpintero, su vida  pública es sostenía con limosnas; fue despojado de sus vestidos, le dieron a beber hiel, mira y vinagre, tuvo la cruz como lecho y un sepulcros prestado por caridad. La forma o especie eucarística es un poquito de pan, alimento común. Prefería  a los pobres: “Y los pobres son evangelizados”- Sólo Él, pobre, puede hacernos auténticamente pobres… Sólo Él, vivo en nosotros, puede vivir la verdadera pobreza dentro de nosotros: una pobreza que va mucho más allá de la dimensión económica.

SAN PABLO EN EL ESPÍRITU DE POBREZA

El modelo de pobreza de Pablo no es el de Juan el Bautista, es Flp. 4, 12. No es destacable, y corre el riesgo de pasar inadvertida. Es una pobreza que se sitúa principalmente en el interior de su persona 1Cor. 9, 19-23. El absoluto de Pablo es Cristo. El vaciamiento no es más que una relativización radical, y no implica ninguna aniquilación: se mantienen todos los recursos personales, permanecen las demás personas y éstos siguen ocupando el mismo nivel que antes. Sólo Cristo ha crecido. La pobreza paulina es cristológica, porque toda ella está cimentada en Cristo. El espacio radical del vaciamiento está destinado a acoger a Cristo como valor supremo y absoluto y se dispara cuando uno se siente alcanzado por su amor. Cristo comunica el dinamismo de su entrega impulsando a hacerse todo con todos.


LA VIVENCIA DE UN BUEN CRISTIANO

La pobreza es la gratuidad de una vida totalmente abierta a Cristo, ocupada por él, y después entregada bajo su impulso, por el Evangelio. Es una pobreza serena y también alegre, porque "hay más alegría en dar que en recibir" (He 20, 35). La pobreza cristiana,  siempre habrá de ser algo sereno, oxigenado, libre, abierto, humildemente disponible para los demás y constructivo. Sobre todo, habrá de expresar compartiendo la misma motivación oblativa de Cristo, la gozosa gratuidad de su vida

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