BEATO SANTIAGO ALBERIONE


Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina, nació  el día 4 de abril de 1884 en San Lorenzo di Fossano (Italia),  en el seno de una familia campesina, profundamente cristiana  y trabajadora.Siendo aún adolescente entró en el Seminario de Alba,  donde la noche del 31 de diciembre de 1900, puente entre dos  siglos, durante cuatro largas horas de adoración eucarística,  vivió una intensa experiencia espiritual. Tuvo una clara comprensión de la invitación de Jesús: “Venid a mí todos...” (Mt 11,28), advirtió la urgencia de prepararse para "hacer algo  por el Señor y por los hombres del nuevo siglo".

El 29 de junio de 1907 recibió la ordenación sacerdotal, a  la que siguió una breve pero decisiva experiencia parroquial  en Narzole (Cúneo). Posteriormente desempeñó el cargo de  profesor y director espiritual en el seminario de Alba. Pero el Señor lo guiaba a una nueva misión: vivir y dar al mundo a  Jesucristo camino, verdad y vida; predicar el Evangelio a todos  los pueblos, con el espíritu del apóstol san Pablo, utilizando los medios más rápidos y eficaces que el progreso ofrece para la comunicación humana.

Para realizar esta misión, el Señor lo impulsó a dar vida a la “Familia Paulina”, extendida hoy por todo el mundo, y compuesta por cinco Congregaciones religiosas: Sociedad de San  Pablo, Hijas de San Pablo, Pías Discípulas del Divino Maestro, Hermanas de Jesús Buen Pastor, Hermanas de María Reina de  los Apóstoles; También cuatro Institutos de vida secular consagrada: Instituto Jesús Sacerdote, Instituto San Gabriel Arcángel,  Instituto Virgen de la Anunciación, Instituto Santa Familia,  y una Asociación de laicos: los Cooperadores Paulinos.

Cumplida la obra que Dios le había encomendado, el 26 de  noviembre de 1971, a los 87 años, dejó la tierra para ocupar su  sitio en la Casa del Padre. Sus últimas horas se vieron confortadas con la visita y la bendición del papa Pablo VI, que nunca  ocultó su admiración por el padre Alberione. El 27 de abril de  2003 el papa Juan Pablo II lo proclamó beato en la Plaza de  San Pedro, de Roma.








 

 

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